Comprender la gravedad del SDRA: la base de una monitorización precisa
El Síndrome de Distrés Respiratorio Agudo (SDRA) representa una de las condiciones más críticas en las unidades de cuidados intensivos. La acumulación de líquido inflamatorio en los pulmones compromete el intercambio gaseoso y puede evolucionar rápidamente hacia una insuficiencia respiratoria grave.
Las definiciones de Berlín y Kigali han permitido clasificar el SDRA según la relación entre la presión o saturación de oxígeno y la fracción inspirada (PaO₂/FiO₂ o SpO₂/FiO₂), ofreciendo parámetros más amplios y adaptables incluso en entornos con recursos limitados.
Una evaluación exhaustiva, que combine datos clínicos, hemodinámicos y de laboratorio, es esencial para adaptar las estrategias ventilatorias a las necesidades de cada paciente y reducir el daño pulmonar asociado a la ventilación mecánica.
Monitorización respiratoria: del intercambio gaseoso al espacio muerto
La monitorización respiratoria continua permite ajustar la intensidad del tratamiento y prevenir lesiones pulmonares inducidas por el ventilador (VILI). La pulsioximetría sigue siendo una herramienta clave: aunque sencilla y no invasiva, su precisión puede verse afectada por la pigmentación cutánea o condiciones de perfusión alteradas.
Por eso, la relación SpO₂/FiO₂ ha ganado relevancia como sustituto confiable del clásico índice PaO₂/FiO₂, especialmente en pacientes con SDRA o COVID-19. Otro parámetro crucial es el espacio muerto fisiológico, que indica la porción de aire que no participa en el intercambio gaseoso. Su aumento se asocia a peor pronóstico.
Variables como la ventilación minuto corregida (VEcorr), el cociente ventilatorio (VR) o la relación PETCO₂/PaCO₂ ofrecen alternativas prácticas para estimar el grado de ineficiencia ventilatoria y la mortalidad potencial del paciente.
Potencia mecánica y esfuerzo del paciente: prevenir el daño inducido
La energía transmitida a los pulmones durante la ventilación puede causar lesiones tanto por exceso de presión (barotrauma) como por esfuerzos respiratorios excesivos del paciente (PSILI).
La potencia mecánica (PM) resume la energía disipada por el sistema respiratorio y se correlaciona directamente con la mortalidad. Su medición —ya disponible en muchos ventiladores modernos— ayuda a personalizar la ventilación protectora.
La presión esofágica permite valorar el esfuerzo inspiratorio y detectar sobrecargas ocultas que no se aprecian solo con la presión de vía aérea. Un monitoreo cuidadoso de estas variables permite equilibrar la ventilación asistida, evitar el colapso alveolar y prevenir tanto el VILI como el PSILI.
El papel de la PEEP, el reclutamiento y la tomografía de impedancia eléctrica
Determinar el nivel óptimo de PEEP es un desafío constante. Una presión insuficiente favorece el colapso alveolar, mientras que una excesiva provoca hiperdistensión y sobrecarga cardíaca.
La relación Reclutamiento/Insuflación (R/I) y la tomografía de impedancia eléctrica (EIT) se perfilan como herramientas prometedoras para individualizar la PEEP.
Estas técnicas permiten identificar las zonas colapsadas y sobredistendidas del pulmón, optimizando el equilibrio entre oxigenación, mecánica respiratoria y estabilidad hemodinámica sin necesidad de transporte ni radiación adicional.
Monitorización hemodinámica: equilibrio entre fluidos y perfusión
En el SDRA, la disfunción cardiorrespiratoria requiere una monitorización hemodinámica estrecha. Parámetros dinámicos como la variación del volumen sistólico (VVS) o de la presión del pulso (VPP) predicen la respuesta a la fluidoterapia, permitiendo evitar tanto la hipovolemia como el exceso de líquidos, que agrava el edema pulmonar.
Indicadores no invasivos como la saturación venosa central (ScvO₂), la diferencia veno-arterial de CO₂ (ΔPv-aCO₂) y el tiempo de relleno capilar (CRT) ofrecen una visión integrada de la perfusión tisular y la respuesta terapéutica, incluso en contextos donde la monitorización avanzada no está disponible.
Conclusiones: hacia una monitorización integrada y personalizada
La combinación de datos respiratorios y hemodinámicos permite un manejo más seguro y eficaz de los pacientes con SDRA.
El uso conjunto de índices como SpO₂/FiO₂, VR, PM, ScvO₂ y CRT puede guiar decisiones clínicas en tiempo real, reduciendo complicaciones y mejorando el pronóstico.
La monitorización cardiorrespiratoria deja de ser un simple control de parámetros para convertirse en una estrategia dinámica y personalizada, capaz de adaptar la terapia ventilatoria y hemodinámica a la fisiología de cada paciente.
Los contenidos de este artículo están basados en la lección «Monitorización cardiorrespiratoria en pacientes sometidos a ventilación mecánica», impartida por el Prof. Davide Chiumello, Departamento de Ciencias de la Salud, Universidad de Milán, Departamento de Anestesia y Cuidados Intensivos, ASST Santi Paolo e Carlo, Hospital Universitario San Paolo, Milán y
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